Emmaus International

Anton Antonov colabora como intérprete voluntario en Emaús Internacional desde 2014. Se trata de un eslabón esencial en la cadena que hace que Emaús Internacional funcione, pues sus cargos electos proceden de 37 países diferentes y se comunican en tres idiomas de trabajo. Anton nos cuenta aquí su experiencia y nos ofrece su mirada.

¿Cómo te hiciste voluntario de Emaús Internacional?
Fue por medio de una amiga intérprete que era intérprete voluntaria en Emaús Internacional desde hacía tiempo y que me presentó a Elena, la traductora-intérprete de plantilla para el español en Emaús Internacional. Así entré en la red de intérpretes voluntarios y, desde entonces, se ha recurrido a mí para que colabore en reuniones varias, incluido el Consejo de Administración. Yo hago interpretación simultánea, del inglés y el francés al español y del español al francés.

Tú tienes una actividad profesional. ¿Cómo consigues sacar tiempo para hacer voluntariado en Emaús? ¿Y qué te lleva a hacerlo?
Soy profesor titular en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (el INALCO, más conocido como Langues O’), en París (Francia). Allí enseño japonés, lingüística japonesa, tipología e interpretación consecutiva. No siempre es fácil buscar tiempo libre, pero si las reuniones en Emaús Internacional coinciden con mis clases, a veces intento que alguien me sustituya en clase o recuperar las clases más adelante.

¿Qué es lo que te gusta del hecho de interpretar en nuestras reuniones?
Me siento útil, porque veo que gracias a los intérpretes cada delegado puede expresarse en su idioma materno o seguir los debates en dicho idioma. Esta labor es esencial cuando se organizan debates sobre temas tan importantes como las luchas de Emaús Internacional, en un entorno multilingüe.

¿Eres sensible a las luchas o a los valores de Emaús?
Soy muy sensible a la solidaridad y al hecho de ser útil para otros, en general. Mi papel como intérprete voluntario en Emaús Internacional me permite participar —aunque de manera muy modesta y más bien indirecta— en las luchas que Emaús lleva a cabo por el mundo. Por poner sólo un ejemplo, me parece que, para un intérprete, la libertad de circulación es un derecho fundamental que debería darse por hecho.

Tú participas en las conversaciones pero desde fuera. ¿Cómo vives eso?
Me parece que esto no es exclusivo del mundo de las asociaciones, pero el intérprete a veces puede sentir cierta frustración cuando los debates no avanzan mientras que él cree tener una idea genial sobre cómo desbloquear la situación. Y, por supuesto, como intérprete, yo no puedo intervenir en ese plano.

¿Cuál es el mejor recuerdo que conservas del voluntariado?
Tuve la suerte de interpretar en la última Asamblea Mundial, en Jesolo (Italia), en abril de 2016, que reunió a ¡450 delegados de 37 países diferentes! Evidentemente, era un momento clave para el movimiento que yo llevaba ya tiempo siguiendo. Y luego, también estaba el marco —eso de despertarse por la mañana para trabajar junto al mar es un placer—, el buen ambiente que había, el equipo de intérpretes… Allí conocí a muchos compañeros de profesión que luego se han convertido en muy buenos amigos.

 

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