Emmaus International

Percy Vargas, Delegado Nacional de Emaús Internacional Perú y responsable del grupo Emaús San Agustín nos habla de las razones por las que su país aún no consigue salir de esta crisis sanitaria. Su análisis puede aplicarse a otros países de la región.

Nuestro país, el Perú, enfrenta un fuerte rebrote de contagios por coronavirus, con un incremento de hospitalizaciones y muertes. Un mes después de que comenzara el desconfinamiento gradual para reactivar la paralizada economía, para iniciar el desconfinamiento se propusieron normas y protocolos de bioseguridad desde el 1 de julio en 17 de las 25 regiones.

Se recomendó prudencia y respeto de las normas para el cuidado de las personas, pero la autorización del transporte nacional aéreo y terrestre y la apertura de los grandes centros de comercio propiciaron y duplicaron los contagios, pasando de 3.300 diarios a 6.300. El Perú bordea los 430.000 contagiados y se acerca a los 20.000 muertos en esta pandemia, siendo el séptimo país con más casos de coronavirus en el mundo y el noveno en muertes por Covid-19.

Analizando nuestra realidad, consideramos los problemas de la economía y la sociedad peruana como factores importantes para que Perú no pueda contener el brote.

El Perú es un país con una alta cantidad de personas en el comercio informal: se considera que el 71 % de la población económicamente activa es informal y muchos obtienen sus ingresos solo para el día a día. Su trabajo de venta ambulante en condiciones de pobreza los ha obligado a ir a lugares con aglomeración, entre otras circunstancias, impidiendo que se cumpliera con el objetivo más importante de la lucha contra el nuevo coronavirus: maximizar la distancia física. Esta actividad ha sido considerada como uno de los focos más importantes del contagio, entre los que venden y los que compran.

Un confinamiento prolongado requiere de todas maneras salir frecuentemente a las compras, porque no existe infraestructura de hogar que tenga capacidad de almacenaje; en los mercados populares es donde se pueden conseguir menores precios, por lo que las familias acuden a abastecerse, propiciando el contagio. Siendo un país tan gastronómico, en Perú existe la costumbre de comer productos frescos y no tenemos protocolos de desinfección de alimentos. En el Mercado de Frutas de La Victoria, en Lima, el 86% de sus vendedores resultó infectado con Covid-19.

Otra de las consideraciones para el contagio, en un contexto de pobreza y según la Encuesta Nacional de Hogares de 2019, es que el 11,8 % de los hogares de Perú ocupa viviendas hacinadas, contienen a cinco o más personas viviendo en casas muy pequeñas y carentes de muchas comodidades y servicios, por lo que muchas familias se han contagiado. Aunque se han adoptado medidas económicas paliativas, estas no llegan a la mayoría de peruanos pobres: el pago de un bono de 760 soles (unos US$222) para unos 6,8 millones de hogares vulnerables, pobres, pobres extremos y trabajadores independientes.

Aunque el Gobierno ofreció opciones virtuales para recibir los bonos, muchos de los beneficiarios tuvieron que ir personalmente a los bancos a cobrarlos, y por lo tanto formar colas y aglomeraciones, lo que significó un foco más de contagio. Los bancos se consideraron como puntos críticos de contagio, junto a los mercados y al transporte público.

Este contexto puso al desnudo que el sistema económico y político que tenemos como nación es ineficiente, falso y nocivo, especialmente para la clase pobre del Perú. El falso crecimiento económico no se refleja en la calidad de vida del pueblo; el sistema de salud, la educación, la formalización de los comercios, la seguridad pública, son aspectos ineludibles para la recreación de un nuevo estado peruano. Sin embargo, las grandes empresas nacionales y extranjeras se han beneficiado de préstamos millonarios sin intereses y aún no se ve un apoyo claro a las pequeñas empresas y negocios familiares, a pesar de que han sido claves para la supervivencia de las familias pobres. Está claro que los intereses económicos mundiales aún deciden sobre nuestra economía.

La estrategia para la confrontación de la Covid-19 estuvo mal diseñada desde el inicio. Aunque en un principio dio resultado, no se pudo sostener en el tiempo y se desbordó. Consideramos muy difícil remontar la curva de contagios sin una estrategia que contemple todos los problemas que mencionamos.

Percy Vargas
Delegado Nacional de Perú
Responsable de Emaús San Agustín