Emmaus International

En el marco de la Asamblea Mundial, Gustavo Dans, investigador uruguayo, nos da su visión de Emaús, de la lucha contra la pobreza y del lugar que deberían ocupar los más excluidos.


Gustavo Dans

¿Cuál tendría que ser el lugar de los pobres en la lucha contra la pobreza?
Es poco lo que sabemos sobre los mecanismos que generan la pobreza y la desigualdad, más allá de aquellos factores estructurales que hacen a la esencia del sistema capitalista, cuya lógica es la concentración del poder político, la riqueza y el conocimiento.
Las intervenciones institucionales, de los organismos públicos y actores privados, tienden a desmembrar a los pobres por su género, sus hábitos de vida, edad, nivel educativo o lugar de residencia, acentuando su aislamiento social y territorial.
Como los pobres han sido despojados de muchas cosas, las políticas de lucha contra la pobreza han puesto énfasis en darles cosas: dinero, acceso a servicios públicos, comida…En algunos casos se ha priorizado la inserción social de los pobres por la vía de emprendimientos productivos, empleos temporarios, profundizando las diferencias entre los pobres: nunca fueron iguales como se ha pretendido, pero cada vez son más distintos.
La primera acción de lucha contra la pobreza es reconocer al pobre como sujeto de derecho, promoviendo su organización – autónoma – su participación en las tareas de desarrollo de su comunidad, forjando espacios desde los cuales pueda demandar y proponer políticas públicas, rescatando y revalorizando su cultura y sus conocimientos.

¿Cómo ve el futuro de Emaús?

“La tarea de las coordinadoras y activistas es ayudar a que la gente comprenda y reconozca que son los poseedores del poder, que no están indefensos. La gente siente impotencia, y eso tenemos que superarlo. De eso se trata la coordinación y el activismo”. Noam Chomsky en entrevista con el periodista italiano Tommaso Segantini.

Emaús ha participado y participa en espacios de encuentro y fortalecimiento de la sociedad civil. En esa dimensión “hacia afuera” Emaús  debe profundizar su compromiso y ampliarlo a otros escenarios, sin anteponer la propia identidad para ese accionar conjunto y aceptando que esa inserción va a determinar cambios “hacia adentro” del movimiento y, seguramente, la necesidad de redefinir sus prioridades, para hacer más efectiva su intervención en el plano internacional
Queda planteada la pregunta, ¿qué alianzas, para alcanzar qué objetivos?
La gravitación de Emaús en esos espacios de encuentro y fortalecimiento de la sociedad civil, estará determinada por su accionar en los territorios, con las personas y las comunidades que hacen parte de sus grupos, que producen esas pequeñas acciones capaces de producir grandes cambios. La legitimidad de Emaús proviene de su trabajo concreto en el terreno y de su capacidad de sistematizar las micro experiencias sociales desde las cuales es posible anticipar el futuro de la Humanidad.

¿A qué retos tendrá que hacer frente Emaús?
El mayor reto es dotarse de una estructura democrática, abierta y descentralizada, con  la suficiente plasticidad como para sensibilizar las señales que llegan de las sociedades en las cuales está inmerso para adecuar sus objetivos, sus estructuras y hacer el mejor uso posible de sus limitados recursos.
Por su historia y su desarrollo, Emaús es un movimiento marcado por una fuerte impronta francesa-europea. El carácter mundial de la lucha contra la pobreza y por la defensa de los derechos populares, reclama desbordar ese escenario, complejizar aún más la compresión de nuestra sociedad-mundo, para lo cual es necesario escuchar otras voces, reconocer otras categorías de análisis, otras praxis políticas, otras culturas. Esto no se resuelve “por arriba”, con una paridad de representación en los órganos directivos: se supera fortalecimiento los grupos de Africa, Asia y América Latina y sus proyecciones regionales, por medio de la capacitación de sus líderes, la integración en las redes sociales, y, disponiendo de recursos para juntarse con razonable frecuencia para planificar sus acciones.
Esos grupos, esas intervenciones, deberían alimentar a Emaús Internacional, darle fuerza y legitimidad en sus intervenciones, ayudando a fortalecer sus capacidades técnicas y políticas.  
Por eso tiene que dotarse de una estructura descentralizada y flexible, para no crujir con cada acontecimiento que venga del terreno o ante un fenómeno de impacto mundial y, en segundo lugar, debería utilizar para afinar sus contenidos programáticos y los componentes ideológicos que los sustentan: siempre es bueno cuestionar nuestras ideas y nuestras prácticas para poder avanzar.