Emmaus International

Encargada de la comunidad Emaús de Quimperlé – Rédené en Bretaña, Francia, Séverine Diot decidió dejar la gran distribución para empezar a trabajar en 2007, con Emaús, en la comunidad de Mantes-la-Jolie, en las afueras de Paris.

severine diot BDSiempre ha sido una mujer comprometida, en el colegio ya tenía una asociación con la cual producía espectáculos musicales y transfería el dinero generado a otras asociaciones. Más tarde, se puso a reciclar latas de las basuras, separándolas para juntar el aluminio por un lado y la chatarra por otro. Al venderlos, pudo apadrinar a una joven chica en Zambia. Desde Jesolo, en Italia, durante la Asamblea mundial, toma el tiempo de contarnos un poco sus inicios en Emaús y sus actividades cotidianas.

Esta relación con la solidaridad y el objeto viene de mucho antes entonces?
Si, lo que ocurría en Emaús me llamó enseguida la atención; dar una segunda oportunidad al objeto y dar una segunda oportunidad al humano, me dije: “eso me conviene perfectamente”, es importante para mí.

Te sentiste inmediatamente en sintonía con el Movimiento?
Lo que me gustó, fue la alternativa. Tanto en las comunidades donde estamos en corresponsabilidad, es algo alternativo y aunque pueda ser difícil, tratamos de vivirlo a diario y de demostrar que es posible, y por haberlo vivido sé que es posible. Dentro de esta corresponsabilidad, me gusta todo este vocabulario donde no somos directores, los voluntarios no son simplemente voluntarios, son amigos, y también están los compañeros. En resumen, proponemos otra cosa, y eso puede ser el inicio de un cambio de cultura.

¿Que significa ser un compañero para ti?
Un compañero cuando llega, no es un compañero. Cuando llegan, lo que buscan, es simplemente sentirse fuera de peligro, en seguridad, disponer de un techo y de comida. Sin embargo, después, el compañero es la persona que va a intentar integrarse respetando un mínimo de reglas, y respetando los valores que son el respeto y la acogida. Aunque llegando a Emaús uno no elige llegar en comunidad, al cabo de un cierto tiempo, cuando uno se queda en comunidad, como somos como esponjas, sentimos lo que ocurre y la idea es que hay que hacerlas vivir también para los demás. Hay compañeros que se involucran en el Movimiento, me parece que no son suficientes, pero nos debemos de incentivarlos a que participen más, ya que tienen el derecho a expresarse, pero que no sea algo personal, sino algo para el bien de las comunidades y de todos.

¿Cómo podemos ayudar a los compañeros a involucrarse más?
Pienso que debemos incentivar los compañeros a participar a la solidaridad. Hacen solidaridad todos los días pero no insistimos lo suficiente en nuestras iniciativas. El hecho de realizar asistencia en lo local, no consiste simplemente en escoger 3 o 4 muebles para dejárselos en casa de una persona que no tiene ingresos económicos. Es también formar parte de esta solidaridad donde somos compañeros. Estamos en un lugar donde hay bastante cosas, podemos hacer que otros que tienen menos que nosotros las aprovechen, y necesitamos comunicar más sobre eso, tenemos que explicarles más en profundidad y eso lleva mucho tiempo. Por eso no lo hacemos tanto como deberíamos, estamos atrapados en una actividad como la sala de venta, la instalación ; estamos atrapados en nuestra rutina y es esencial pararse y explicar también porque realizamos estas actividades. Así nace la solidaridad local. Tenemos la suerte de poder hacer contenedores, y hasta tenemos un proyecto de hacer contenedores y que nosotros mismos también viajemos para llegar al mismo tiempo que el contenedor y vaciarlo con la gente. Y así poder completar el ciclo. Eso mostraría al compañero todo lo que se guardó y lo que se trajo. Luego, es difícil, somos una comunidad de 55 compañeros de 15 nacionalidades diferentes, con culturas diferentes, tratamos entonces de trabajar la solidaridad entre nosotros. Muchas veces es “acabé mi día, voy a mi cuarto”, deberíamos lograr reducir estas costumbres, intentar hacerlo de otra forma. Los compañeros deben reapropiarse de la comunidad, no somos jefes de empresa, también es su herramienta, para salir adelante y ayudar a los demás. Nuestra actividad es un bien común, es para todos.


¿Cómo ves a Emaús en el futuro?
No quiero ser pesimista porque no nos permite avanzar. Me pregunto muchas cosas. Nuestra sociedad está marcada por el individualismo. Espero que las comunidades se quedaran alternativas, veo que hay una tendencia a multiplicar el trabajo en integración porque dispone de subvenciones. Mi meta es que dentro de 10 años, las comunidades sigan autónomas económicamente, sino nos convertiremos en un simple establecimiento como hay tanto y ya no tendremos alternativas. Deseo sinceramente que conservemos esta autonomía financiera y que tengamos un poco más de mutualización entre nosotros. Es fundamental que desarrollemos la mutualización, aunque sea en las regiones y si se logra a una escala mayor seria una felicidad.


¿Porqué el Abbé Pierre sigue siendo tan actual?
Es justamente esta misma sociedad, individualista, que nos enseña que lo que dijo sigue valido hoy. Todas esas alternativas que existen hoy y que se llevan a cabo ahora me tranquilizan. Me digo que hay esperanza. Pensamos que llegamos a cosas inevitables y que ya no podremos cambiar, pero existe gente que logran levantarse y crear iniciativas como microcréditos, monedas alternativas, formas de educación diferente en las escuelas. Me digo que eso tiene que ser nuestra fuerza. Y al mismo tiempo, gracias a las palabras del Abbé Pierre que siguen siendo de actualidad, en una sociedad donde los bancos gobiernan, la lucha debe seguir, tenemos que volver a escuchar las frases del Abbé Pierre porque las necesitamos realmente. Y si nos unimos con otras asociaciones, pienso que aún es tiempo de cambiar el mundo.