Emmaus International

Durante el Foro Mundial de las Alternativas, Ferdinand Ayité (Togo), Mônica Benício (Brasil) y Gustave Massiah (Francia) expusieron sus análisis sobre la función de los movimientos sociales para construir sociedades basadas en los derechos humanos y la igualdad. A partir de sus propias experiencias como activistas y de sus respectivos contextos nacionales, demostraron lo importantes que son los movimientos sociales para reinventar la democracia y poner en marcha alternativas.

Pour conf sur Mouvements Sociaux © David Sinza

Ferdinand Ayité, activista togolés que trabaja a favor de la democracia dentro de un movimiento de defensa de las libertades y los derechos fundamentales, empezó recordando la historia de Togo, marcada primero por la colonización y, a partir de 1963 —fecha en la que el país quedó bajo el control de una junta militar dirigida desde entonces por la misma familia—, por las dictaduras. Precisamente para luchar contra este régimen dictatorial nació el movimiento Nobueké, formado por activistas de perfiles variados que aspiran a tejer vínculos en los territorios y concienciar a los ciudadanos de los retos democráticos a los que hay que dar respuesta y de la importancia que tiene su participación en la construcción del país: 

"Nuestra prioridad es sensibilizar a la población porque, dado que Togo se encuentra bajo un régimen cerrado, la información no llega a los ciudadanos y, por tanto, la gente no está concienciada. Por eso intentamos informar y sensibilizar a los ciudadanos acerca de sus derechos, de sus deberes y de la necesidad de impulsar un cambio en el país, siguiendo el modelo de países vecinos que ya nos han tomado la delantera en este sentido: en Ghana, por ejemplo, la democracia está enraizada de una forma que resulta admirable. Lo mismo ocurre en Benín.

A largo plazo, nuestro objetivo es provocar un cambio que se aleje de las fórmulas tradicionales, porque aquí los partidos políticos se han conformado con la situación. También lo han hecho los sindicatos, corrompidos por el sistema actual y completamente ineficaces desde hace años. Queremos ayudar a que los ciudadanos tomen las riendas de su propio destino. Nuestro movimiento no pretende conquistar el poder, sino construir una sociedad civil muy fuerte, capaz de controlar a los políticos. Como decimos nosotros: podemos cambiar el mundo sin necesidad de tomar el poder".

Por su parte, Gustave Massiah, fundador del Tribunal Permanente de los Pueblos e inspirador de los Foros Sociales Mundiales, habló de la elaboración del discurso político de los movimientos sociales, un tema fundamental para el Foro Mundial de las Alternativas, y también del reto que supone respetar la diversidad de los movimientos a la hora de construir una unidad entre ellos:

"El Foro Mundial de las Alternativas, que hoy estamos haciendo realidad gracias a la invitación de Emaús Internacional, forma parte del movimiento altermundialista, que es precisamente el paradigma de la convergencia de los movimientos sociales que se han ido determinando y definiendo a lo largo de la historia. Lo que encontramos en los foros sociales y en esta corriente altermundialista son todos los movimientos de las personas implicadas, todos los movimientos sociales y ciudadanos que surgieron en épocas anteriores: el movimiento obrero, el movimiento campesino, el movimiento de las mujeres, el movimiento de los pueblos colonizados a favor de la descolonización, el movimiento de las comunidades tradicionales... Y un aspecto esencial de este Foro en el que estamos hoy son los movimientos de pobres, los movimientos de personas excluidas, discriminadas. Pues bien, un movimiento es la movilización de estas personas implicadas que constituyen una definición de la acción política.

[...] Si admitimos que los movimientos son diversos, ¿cómo podemos construir una unidad entre ellos? ¿En torno a qué construimos esa unidad? Construir la unidad pasa por definir y elaborar una estrategia política. ¿Y qué es una estrategia política? Es la manera de vincular una respuesta a una situación de emergencia con una transformación fundamental, un cambio profundo, dado que, de entrada, las respuestas que se dan en casos de emergencia no permiten modificar de un modo esencial la realidad. Para nosotros hoy la emergencia es resistir, luchar para oponer resistencia a las actuales formas de dominación; la transformación, en cambio, consiste en definir alternativas. Al decir esto, tengo la impresión de estar parafraseando las palabras del Abbé Pierre que se han citado en los días pasados: hay que luchar y construir alternativas al mismo tiempo.

[...] ¿Y cuál es la alternativa que proponemos nosotros? La igualdad de acceso a los derechos para todas las personas. En nuestros días, esta idea supone un cambio, una revolución, y abre una nueva era. No se trata ya de una mera revolución del capitalismo, sino de una revolución de civilización. [...] Es en este punto donde empiezan a crearse propuestas que entrañan nuevas formas de pensar, poniendo el acento en lo común, más que en la propiedad; en el “buen vivir”, más que en el consumo; en diferentes modelos de democracia. Para definir la alternativa, tenemos que revisar a fondo las propuestas en las que nos hemos basado hasta ahora dentro de los movimientos sociales. Se trata de una reivindicación fundamental de los movimientos sociales".

Por último, la brasileña Mônica Benício, arquitecta y activista de los derechos humanos, habló de la construcción de Brasil a partir de los procesos de extrema violencia que sigue viviendo aún hoy su país, de los que el candidato de extrema derecha Jair es el representante más claro:

"Para entender nuestro contexto político, hay que recordar que este país se ha construido a partir de procesos extremadamente violentos: hemos sufrido tres siglos de esclavitud y dos dictaduras sanguinarias. En la actualidad, Brasil sigue masacrando a sus comunidades autóctonas, a la población negra y a los vecinos de las favelas. El índice de feminicidios no deja de aumentar, porque a las mujeres se las está matando por el hecho de ser mujeres. Brasil es el país donde más asesinatos se cometen contra la población LGTB y contra los defensores de los derechos humanos. También somos uno de los Estados en los que más aumenta la población carcelaria. ¿Y a qué personas se mete en la cárcel? Pues a los jóvenes. Sobre todo, a los jóvenes negros y pobres.

[...] Así pues, el contexto actual de Brasil es muy peligroso. Además, ahora estamos en plena campaña de las elecciones presidenciales y el candidato que encabeza las encuestas de intención de voto se declara abiertamente fascista. Brasil se enfrenta hoy a un enemigo fascista claramente identificado, que se llama Jair Bolsonaro: un hombre que se reconoce racista, machista, LGTBfóbico y defensor de la legalización generalizada de las armas. Mantiene un discurso de odio y violencia muy potente y está avanzando entre los votantes, según las encuestas. Personalmente, lo que me preocupa no es solo él, sino también, y sobre todo, el modelo de sociedad que pretende llevarlo hasta el poder porque está convencida de que beneficiará de algún modo al país. Aun cuando está claro que, si obtiene la victoria, las mujeres, los negros, la comunidad LGTB y los ciudadanos de las favelas seguirán muriendo y Brasil seguirá encabezando las trágicas listas a las que me referí hace unos instantes".

Ante esta amenaza que se cierne sobre la democracia y los derechos de todos los ciudadanos, los movimientos sociales brasileños, especialmente el movimiento feminista, han iniciado una movilización, pero aún carecen de la coordinación necesaria y del apoyo de la inmensa mayoría de la población, desalentada:

"Los movimientos sociales que existen hoy en Brasil son variados.  Algunos cuentan con una representación muy importante, como es el caso del MST (Movimiento sin Tierra) o del MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin Techo), presentes en este Foro. Sin embargo, el que está mejor organizado es el movimiento feminista. Se trata de un movimiento que lucha con una enorme fuerza contra el fascismo y que está ocupando las calles para defender que la vida y el cuerpo de las mujeres les pertenecen exclusivamente a ellas y para exigir la legalización del aborto y la condena de los feminicidios.

A pesar de que los movimientos sociales resisten, hoy en día están sufriendo un problema de cohesión. La izquierda se encuentra muy fragmentada, mientras que la derecha, bien organizada, sigue matándonos, sigue subiendo en las encuestas y sigue construyendo un proyecto político que excluye a la mayor parte de la población de Brasil, un país en el que unos pocos tienen mucho, mientras que muchos no tienen absolutamente nada.

[...] En mi opinión, una de las cuestiones que deberíamos abordar es la creación de un nuevo modelo de debate social y mediático, porque Brasil también está férreamente controlado por sus medios de comunicación, que constituyen una de las industrias más poderosas del mundo, con una capacidad absurda para generar discriminación. En el contexto de un proceso cultural, esta industria ha demostrado que somos extraordinariamente pacifistas y que nos limitamos a contemplar todo tipo de barbaridades en la televisión, dando por sentado que la política es así y asá y que no podemos hacer nada para evitarlo.

Por eso pienso que, ante todo, tenemos que impulsar un cambio cultural para cambiar nuestros valores y entender que sí podemos construir una sociedad diferente. Y esto es aplicable a todo el planeta, no solo a Brasil. Necesitamos personas que tengan la esperanza de que otro mundo es posible y que, más allá de la esperanza, muestren resiliencia, resistencia y valentía para hacer lo que estamos haciendo hoy aquí: coordinar nuestras iniciativas, construir juntos y luchar para conseguir un cambio social".

El Foro Mundial de las Alternativas es un primer paso para la creación de sinergias entre los grupos Emaús y sus aliados. Todos ellos defienden ya alternativas concretas con las que combaten la pobreza y la exclusión en su día a día. Si conseguimos que las luchas y las movilizaciones de todos estos agentes que están trabajando sobre el terreno converjan, daremos una mayor visibilidad a las alternativas que proponen los más excluidos, que son justamente los más adecuados para exigir a los dirigentes que apliquen políticas públicas con las que se garanticen de verdad los derechos fundamentales.