Emmaus International

Albert Tévoédjrè recuerda a Florence Arthaud, que recibió junto a él el pasaporte de ciudadanía universal el 23 de mayo de 2013.


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Con todo mi respeto, desde la lejana África te recuerdo, Florence, ciudadana del mundo.

Miles de personas de Francia, Europa y América han recibido con conmoción la noticia del accidente de Argentina en el que murió Florence Arthaud con sus compañeros. La noticia de este golpe del destino también se ha lamentado en África, donde todavía se recuerda aquella loca aventura de Dakar, en 1992, a bordo de un trimarán capitaneado por una mujer de una audacia excepcional, “la amazona de la melena rizada”, que volvería a dejarnos admirados en tantas otras ocasiones.

Recuerdo con emoción la ocasión que tuve de estar cerca de ella, el 23 de mayo de 2013, en la sede de la Unesco en París. Florence Arthaud había sido invitada para recibir el pasaporte de ciudadanía universal junto con Stéphane Hessel (representado por su viuda, Christiane), Anne Hidalgo, Mário Soares, Federico Mayor Zaragoza y algunas personas más. Tuve el privilegio de formar parte de ese pequeño grupo porque milagrosamente se acordaban de mí los compañeros del Abbé Pierre, fundador de Emaús Internacional, a quien debo mi modesto compromiso de “servir a todo ser humano más allá de las fronteras”.

La ciudadanía universal se contempla en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que en su artículo 13 establece que “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”.
Mujeres y hombres de coraje y buena voluntad decidieron defender ese principio contra viento y marea.

De ahí surgió la Organización para una Ciudadanía Universal (OCU), creada por Emaús Internacional, Utopia y la Fundación Danielle Mitterrand para promover la idea de un pasaporte emblemático concedido a personas que simbolizan una humanidad abierta. Florence Arthaud merecía sobradamente ese reconocimiento.

Al pensar ahora en ella y en todas sus victorias frente a todas las adversidades, la vuelvo a imaginar solidarizándose con el sufrimiento africano de hoy, impotente y afligida por el ébola o Boko Haram, y recordando con afán nuestra esperanza compartida de aquel 23 de mayo en París:“Nos volveremos a ver pronto, amigos, en las felices tareas de las nuevas epifanías, las de aquellos que rompen cadenas, amplían los límites, crean brújulas, las de los indignados que dan sentido y vida a nuestra humanidad. Hermanas y hermanos que viviréis tras nosotros, amaos en verdad, y ACTUAD”. 

Florence amó la vida, las personas cercanas o lejanas, sometió todos los miedos y simbolizó la esperanza que nunca muere. ¡Hasta siempre!

Albert Tévoédjrè (Hermano Melchor)

Porto Novo (Benín), 12 de marzo de 2015

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Florence Arthaud, el 23 de mayo 2013:

«Es para mí un orgullo recibir este pasaporte de ciudadana del mundo, porque siempre me he considerado como tal en lo más profundo de mí misma. Si yo elegí el mar, fue por necesidad de libertad. Cuando tenía dieciocho años me hice a la mar porque en ella se puede circular libremente. Una suelta amarras y ya es libre. No hay fronteras. Solo hay una raza, que es la raza de los marinos, y la única regla que existe es la de la solidaridad, la de la ayuda mutua. Me gustaría tanto que eso pudiera ocurrir en tierra firme…
Sería estupendo» 


Albert Tévoédjrè ejerció importantes responsabilidades en Benín y en diversas organizaciones africanas e internacionales, especialmente la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En 1977 publicó el libro La pobreza, riqueza de los pueblos. Fue invitado como ponente a la Asamblea General de Emaús Internacional de 1984.
Ese fue el inicio de una larga y fructífera amista con el Abbé Pierre y Emaús Internacional. Fundó Emaús en Benín en 1988 y reactivó la presencia del movimiento en África.