Emmaus International


Nuestro amigo Albert Tévoédjrè nos dejó el pasado 6 de noviembre. Fue un hombre con una trayectoria extraordinaria, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. Y no solo eso: también fue una persona a la que Emaús Internacional y, de un modo especial, Emaús África le deben mucho.

FRANMT 2011 39 540 52 003 min

Hace treinta años, concretamente entre el 8 y el 16 de noviembre de 1989, Albert Tévoédjrè y su mujer, Isabelle, organizaron en su Albergue de Peregrinos de Porto Novo (Benín) el primer encuentro interafricano de Emaús, convocado por Emaús Internacional y su presidente, Franco Bettoli. A él acudieron el propio Bettoli, Jean-Marie Viennet y miembros de la Secretaría Internacional (Laurent Desmard y Brigitte Mary), en representación de Emaús Internacional; Graziano Zoni, en nombre de Emaús Italia, y asociaciones del África francófona vinculadas a diversos grupos Emaús de Europa.

Aquel primer encuentro interafricano supuso el inicio del renacimiento y la expansión de Emaús en África, región en la que, en ese momento, el movimiento apenas contaba con un miembro, en Ruanda. Albert Tévoédjrè fue uno de los principales artífices de aquel renacimiento, que se decidió a impulsar tras su reunión con el Abbé Pierre y su intervención en la 5.a Asamblea General de Emaús Internacional, celebrada cerca de Namur, en octubre de 1984, en torno al tema de la actualidad de Emaús en las relaciones Norte-Sur. 

El movimiento había decidido invitar a Albert a aquella Asamblea tras conocer su libro La pobreza, riqueza de los pueblos, publicado inicialmente en francés en 19781.

Al principio de su intervención en la Asamblea General de 19842 , Albert declaró:

«[...] el carácter particular de ustedes, el que justifica su acción respecto a un hombre del Tercer Mundo como lo soy yo, es que ustedes no se preocupan del Tercer Mundo. Es muy importante. Ustedes se preocupan del hombre en todas las partes donde se encuentra, se preocupan de la miseria en todos los países del mundo, y lo demuestran primero en su ambiente más cercano. Esto les da un crédito extraordinario, único, y les digo sinceramente [que,] en el mundo de hoy, es a menudo más fácil ser misionero en Nepal que interesarse por los trabajadores inmigrados de la región donde se está».

África era entonces el continente que reunía al mayor número de países pobres. Que Emaús Internacional no estuviese en él suponía toda una traición a los valores del movimiento. A finales de los años ochenta, su Comité Ejecutivo expresó su voluntad de forma inequívoca: quería promover la creación de grupos Emaús que fuesen genuinamente africanos y que estuviesen en pie de igualdad con respecto a los demás miembros del movimiento del resto del mundo. También quería alejarse de las prácticas habituales de las ONG extranjeras en la zona, que solían recurrir a voluntarios de sus países de origen. Aquella voluntad del Comité Ejecutivo estaba en consonancia con las profundas convicciones de Albert.

En 1988, Albert coincidió en Suiza con Véronique Gnanih, una beninesa que, a punto de terminar una formación universitaria sobre medio ambiente, estaba preparando su regreso a Benín. Allí, precisamente en su ciudad (Porto Novo), preveía organizar un proyecto de desarrollo y protección de la naturaleza a través de la fabricación de compost, de la agricultura ecológica y del saneamiento urbano por medio del tratamiento de los residuos domésticos. Albert la puso en contacto con Emaús Internacional, quien la invitó a acudir, en calidad de observadora, a su Asamblea General de Verona (Italia) en septiembre de 1988, junto con representantes de diversas asociaciones del África francófona que trabajaban en el ámbito de la solidaridad y el desarrollo. Gracias a Albert y a Véronique nació, a mediados de 1989, Emaús Tohouè. Gracias también a Albert —que puso en contacto a Emaús Internacional con monseñor Isidore de Souza, obispo coadjutor de Cotonú—, nació, en 1991, la comunidad Emaús Hêvié, en la actualidad Emaús Pahou.

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La historia de las relaciones entre Emaús Internacional y Benín también ha estado marcada por un acontecimiento excepcional, no ya solo debido a su naturaleza, sino también a su repercusión en todo el continente africano3 . Remontémonos a diciembre de 1989: han pasado 17 años desde el estallido de la revolución marxista-leninista. La maquinaria económica está desmantelada; el pueblo, amordazado, y el sistema educativo, destruido4. Ante el incremento de las luchas a favor de los derechos humanos, el régimen beninés anuncia que va a organizar la Conferencia Nacional de las Fuerzas Vivas del país. En febrero de 1990 se reúnen casi quinientos delegados, que representan a todas las categorías socioprofesionales. Entre ellos se encuentran Albert Tévoédjrè e Isidore de Souza, a quien se ha invitado en el último momento como sustituto del delegado de la Iglesia católica. De Souza presidirá la Conferencia.

En un gesto de enorme valentía política, en el que tienen un peso fundamental Albert Tévoédjrè e Isidore de Souza, la asamblea proclama su soberanía frente al Gobierno. Denuncia los abusos y la represión del régimen. Elabora propuestas concretas para restablecer el Estado de derecho y el pluripartidismo, así como para liberar a los presos de conciencia . Crea un Consejo Superior de la República, que se encargará de organizar un referéndum constitucional y elecciones presidenciales y legislativas, además de ejercer el poder legislativo y controlar al Ejecutivo. Isidore de Souza es elegido presidente de ese Consejo, con rango de jefe de Estado.

De un modo tan notable como inesperado, la Conferencia Nacional tiene lugar sin derramamientos de sangre. Al año siguiente, el modelo de transición hacia la democracia de Benín se retoma e imita en numerosos países del continente africano, aunque con resultados desiguales.

Albert y los compañeros y amigos de Emaús en Benín, enormemente comprometidos con aquella «revolución no violenta», insisten para que el movimiento brinde su apoyo a este renacer de la democracia y lo difunda ampliamente entre los gobiernos y los ciudadanos de Europa. A partir de junio 1990, Emaús Internacional se implica en el desarrollo y la democracia en Benín: financia iniciativas que permiten mejorar de forma tangible las condiciones de vida de la población, en el marco del Foro de la Renovación (un espacio de concertación entre ONG de Benín y del Norte), y, sobre todo, adopta una medida sin precedentes: el movimiento lanza, junto con otras ONG europeas, una campaña de información e incidencia política en torno al tema «Derrotar a la fatalidad en África»5. En octubre, el Abbé Pierre y una delegación de Emaús Internacional visitan Benín.

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En estos treinta años, el vínculo entre Albert Tévoédjrè y Emaús Internacional ha sido constante. Con su apoyo moral y los contactos que nos facilitó, Albert nos ayudó a reflexionar y a actuar. 

Por todo ello, ¡GRACIAS, Albert! ¡Gracias, de todo corazón!

1 Editado por la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (México); edición original en francés, de Éditions ouvrières, París, 1978, con prefacio de Dom Hélder Câmara. Traducido al alemán, al inglés, al español y al italiano.
2 Puede leerse su intervención íntegra en la Carta de informaciones de Emaús Internacional, n.° 47, de diciembre de 1984 (pp. 20-33 y 37-38 de la edición en francés).
3 Fuente: Carta de informaciones de Emaús Internacional, n.° 69, junio de 1990.
4 Tomamos estas tres expresiones de Aurélien Agbenonci, «Benín : el avance hacia la democracia de un país de los menos avanzados", Carta de informaciones de Emaús Internacional, n.° 69, junio de 1990, p. 9-13 de la edición en francés.
5 Dosier de prensa, conferencia en el Gran Arco de la Fraternidad de La Défense (París), 26 de septiembre de 1990.