Emmaus International

Titouan Lamazou, navegante, artista y escritor, se ha implicado junto con Emaús en la lucha a favor de la libertad de circulación y residencia de las personas. En un breve texto, explica por qué no tiene sentido pretender regular las migraciones.

Titouan Lamazou, navegante, artista y escritor francés, recibió el pasado 23 de mayo un pasaporte de ciudadanía universal de la Organización para una Ciudadanía Universal. Era el reconocimiento a su trabajo a favor de la libertad de circulación y residencia de las personas. En el mes de agosto, apadrinará la iniciativa de dos responsables de la comunidad Emaús de Saint-Étienne (Francia), que atravesarán a nado y en kayak el estrecho de Gibraltar. A continuación, Lamazou comparte con nosotros su idea acerca de las actuales políticas migratorias, que denuncia por absurdas. «La tierra no es de nadie», nos recuerda.

150724 Titouan Lamazou passeport

«Estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y la tierra, de nadie».
Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, 1755, Jean-Jacques Rousseau

«Creo que es evidente que si Francia, Europa y el mundo entero abrieran sus fronteras y aceptaran de esa forma compartir “los frutos de la tierra”, todos viviríamos mucho mejor. Las leyes que condenan al migrante a la clandestinidad, se miren desde un punto de vista humanista o, sencillamente, desde un punto de vista humano, son violentas e injustas, y sus consecuencias resultan, con demasiada frecuencia, trágicas.

Desde una perspectiva puramente económica, vallar las fronteras de Europa y mantener la vigilancia de Frontex para contener la inmigración me parece inútil y enormemente costoso. Esta política es tan absurda como si un día decidiéramos levantar diques gigantescos en la costa para controlar la subida del nivel del mar y paliar así el calentamiento climático.
La inmigración hacia Francia y Europa no es esa marea catastrófica que algunos piensan. Hace ya mucho tiempo que una serie de prestigiosos economistas aseguran que la apertura de fronteras beneficiaría a los “países de acogida”. Pero, aunque fuese necesario frenar la llegada de “extranjeros”, construir muros no serviría nada más que para aumentar la miseria. Es algo que estamos viendo día tras día.

Tanto las migraciones provocadas por la pobreza o los conflictos como las migraciones que tienen su origen en el cambio climático responden, en el fondo, a una misma causa: la carrera por el poder y la riqueza de una ínfima minoría de seres humanos, que obligan y obligarán al resto a pagar un precio desorbitado por su ambición. En materia de gestión de las migraciones y de la inmigración, los legisladores deberían inspirarse en esas líneas fundamentales del Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres.

Pero podemos empezar por aplicar desde ahora mismo el artículo 13».

Titouan Lamazou