Emmaus International

DIEZ REFLEXIONES SOBRE LA LUCHA CONTRA LA POBREZA Y LA EXCLUSIÓN
¿Cuáles son, para un movimiento como Emaús, los retos y desafíos de la lucha contra la pobreza en el contexto mundial?


Gustave Massiah1. La pobreza no puede comprenderse ni combatirse si no se tiene en cuenta el contexto mundial. En primer lugar, en cuanto a la comprensión: a pesar de que la pobreza ya existía antes de la globalización, la primera no puede comprenderse independientemente de la segunda. En segundo lugar, cómo actuar: la acción cotidiana, local e inmediata es una elección fundadora de Emaús. Las acciones locales son necesarias, indispensables. Pero la suma de acciones locales no aporta una respuesta acorde a la medida de los desafíos. No se puede actuar en profundidad y conforme a la amplitud del problema si no se interviene a largo plazo y a todos los niveles: local, nacional e internacional.

2. Para luchar contra la pobreza y la exclusión, la primera elección consiste en partir de los excluidos y los pobres. Si haces algo por mí, pero sin mí, lo haces contra mí (Gandhi, Mandela). Para que los excluidos se impongan como actores, es necesario pasar del reconocimiento de una situación a la construcción de un movimiento social. Se trata de una condición para ir hasta la raíz, para lograr la radicalidad. Y a partir de ahí se plantea la cuestión de las alianzas.

3. La pobreza y la exclusión revelan la naturaleza de nuestras sociedades. Las sociedades tradicionales han vivido durante mucho tiempo con la pobreza, es decir, la privación de lo superfluo. Las sociedades contemporáneas han desarrollado la miseria, que es la privación de lo esencial. Lo que caracteriza a las sociedades actuales y a la globalización capitalista es la explosión de las desigualdades y el poder sin límites de los ricos y los poderosos.

4. Las desigualdades son una parte central de la evolución de las sociedades y del mundo. Incluso cuando hay más riqueza y “crecimiento”, hay más desigualdad. Las sociedades no son más pobres, sino que los ricos son cada vez más ricos. La desigualdad está vinculada a la pobreza, el desempleo, la precariedad, la discriminación y el racismo, y la exclusión.

5. Luchar contra las discriminaciones para luchar contra la pobreza. En nuestras sociedades, no se es pobre por casualidad. Hay “más probabilidades” de ser pobre si se es mujer o joven en un contexto popular, si se es extranjero o inmigrante… Existe una relación estructural entre la discriminación, incluyendo las distintas formas de segregación, como la espacial, por ejemplo, y la desigualdad; entre la discriminación y la pobreza. Para construir otro tipo de sociedad debemos luchar contra la discriminación, contra la desigualdad, contra la pobreza.

6. La lucha contra la pobreza necesita dotarse de una estrategia. La estrategia permite vincular la acción inmediata y la respuesta de emergencia con los objetivos a largo plazo, con una transformación de la sociedad.
La reivindicación política prolonga la acción cotidiana y las movilizaciones, y va dirigida a todos los poderes: político, económico, ideológico, cultural. Emaús puede elaborarla a partir de sus orientaciones y de sus objetivos, valorando las situaciones a partir de las contradicciones y buscando alianzas en torno a los objetivos estratégicos. Se construye a partir de las movilizaciones, a partir de las luchas y las resistencias, sin olvidar que “resistir es crear”, a partir de políticas públicas de igualdad, de prácticas alternativas, de batallas culturales.

7. El objetivo es la erradicación de la pobreza y la creación de una sociedad sin exclusión. La cuestión de la escala es esencial. No se trata de ayudar a algunos pobres y de reducir ligeramente el número de pobres y excluidos. Creer que vamos a salir progresivamente de la pobreza es una ilusión. La progresividad no es una solución. Se corre el riesgo de que se cree una alianza entre ricos y clase media y los que acaban de salir de la pobreza frente los más pobres. El reto es plantear una nueva sociedad sin pobreza y sin exclusión.

8. La pobreza y la desigualdad están relacionadas con la organización de la sociedad mundial. La pobreza no se limita a una única sociedad y las políticas económicas difícilmente se pueden aplicar en un solo país. Cada política necesita una articulación entre los niveles internacional, nacional y local, sobre todo porque los límites del ecosistema imponen un tope al tipo de crecimiento productivista. La respuesta dominante consiste en limitar el consumo de los más pobres, lo que refuerza la pobreza y la desigualdad.

9. La ideología basada en la seguridad amenaza en primer lugar a la población pobre y excluida. La inseguridad es cada vez mayor, en cada país y en el mundo en general. Esta inseguridad tiene una base real: la inseguridad social y el temor a perder el empleo, la vivienda, la inseguridad ecológica y las demás formas de inseguridad. La respuesta de la ideología basada en la seguridad a estos problemas es la represión y la restricción de las libertades. En la deriva actual de refortalecimiento de la seguridad aparece la ideología del siglo XIX: “clase trabajadora, clase peligrosa”. Luchar contra la pobreza es también luchar contra la criminalización de la pobreza, contra la penalización que se extiende al conjunto de los movimientos sociales.

10. La lucha contra la pobreza se inscribe en la batalla por el acceso a los derechos para todos y por la igualdad de derechos. Hay que poder plantearla a escala internacional. Implica una redistribución, una fiscalidad nacional e internacional y formas mundiales de redistribución. La lucha contra la pobreza pasa por la batalla política, la batalla de las ideas y de la opinión. La corrupción política gangrena las sociedades y surge como consecuencia de la fusión entre la clase política y la clase financiera, que anula la autonomía de la política y alimenta la desconfianza hacia los políticos. Una democracia no puede reforzarse, ni siquiera puede existir, si acepta la pobreza y la exclusión. La primera misión de la lucha contra la pobreza es el empoderamiento político de los pobres. Se trata también de reconocer el primero de los derechos: el derecho a la dignidad individual y colectiva.

4 de abril de 2016