Emmaus International

Tres meses antes de la Asamblea Mundial de 2003, celebrada en Uagadugú, el Abbé Pierre visita dicha ciudad. Al tratarse de una persona reconocida y respetada, es recibido por el jefe de estado. Acompañan al Abbé Pierre Koudbi Koala, en representación de Emaús África y Laurent Desmard, su secretario particular:

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«Blaise Compaoré nos recibió en su oficina, nos cuenta Koudbi Koala. Estuvieron charlando largo y tendido. El presidente creía saber cómo se había creado Emaús con traperos convertidos en compañeros, que reparaban y vendían objetos de segunda mano para cubrir los gastos de la comunidad pero se equivocaba. El Abbé Pierre le contó su encuentro con Georges, el antiguo ladrón, su paso por la cárcel, el asesinato de su padre, la condena a muerte y su posterior liberación por buena conducta, así como la vuelta a casa, donde se encontró a su mujer en los brazos de otro, el deseo de poner fin a su vida y las palabras del Abbé Pierre: “no tengo nada que darte, pero puedes ayudarme a ayudar”. Acabó su relato diciéndole a Blaise: “Emaús se creó gracias a un asesino”. Laurent y yo nos miramos, paralizados, por miedo a las represalias tras estas palabras. El paralelismo entre Georges y Blaise, el asesinato de su padre y el de Sankara o la declaración de que podemos arrepentirnos y ser perdonados por nuestros actos. El mensaje estaba cargado de significado. ¿Entendería el alcance de estas palabras y decidió ignorarlo?».

Blaise Compaoré asiste más tarde a la inauguración oficial de la Asamblea Mundial de Emaús Internacional. Como representante del Estado, tendría que haber pronunciado un discurso oficial. El movimiento cambia el protocolo diplomático y le pide al jefe de estado que no tome la palabra, sino que asista como observador a la Asamblea y éste acepta.

Varios días después, el Abbé Pierre y el jefe de estado vuelven a encontrarse, en presencia de siete miembros del Comité Ejecutivo y de Emaús Internacional.

«Blaise Compaoré nos recibió esta vez en su residencia privada, recuerda Koudbi Koala. Tras un largo debate, el presidente se levanta y nos enseña su jardín y los planos de su futura residencia, inmensa, en Ouaga 2000, un barrio rico de la capital. El Abbé Pierre le pregunta:
- ¿Está usted casado?
- Sí
- ¿Tiene hijos?
- Sí, una hija.
Tras un descanso, continúa: “- ¿Y no tiene suficiente?, ¿necesita todo eso?” Una vez más me quedé inmóvil, temiendo su reacción y que tomara represalias. En un país tan pobre, todo ese dinero se podría utilizar de otra forma, se podría inyectar en la economía del país, era un verdadero desperdicio. Blaise continuó charlando sin darle mayor importancia a estas palabras...».

«El Abbé Pierre tenía la capacidad de pronunciar mensajes cargados de significado y de dirigirse a los influyentes sin miedo a las represalias», concluye Koudbi.

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