Stéphane Drechsler es el fundador de Emaús Colonia (Alemania) y fue vicepresidente de Emaús Internacional entre 1991 y 1996. En 1969, participó en la primera Asamblea Mundial de Emaús, en la que se reunieron 70 asociaciones Emaús de 20 países en Berna (Suiza). He aquí algunos de los recuerdos que ha querido compartir con nosotros.
¿Cuál era el objetivo de esta primera Asamblea Mundial?
En aquel momento, tan solo podíamos encontrar las direcciones de todas las organizaciones Emaús del mundo en el famoso cuaderno del Abbé Pierre. Además, el Abbé Pierre había estado a punto de morir ahogado al naufragar el barco en el que viajaba en el Río de la Plata (entre Argentina y Uruguay) cuando visitaba las organizaciones Emaús de América Latina. De haber muerto, las organizaciones Emaús de todo el mundo no habrían tenido ningún contacto unas con otras y puede que ni siquiera hubieran sabido de su existencia mutua.
Además, el Abbé Pierre quería evitar ser el único pilar del movimiento. Así pues, la creación de una organización bien estructurada y laica era, a su parecer, esencial.
En esta primera Asamblea se reunieron unas 70 organizaciones Emaús venidas de 20 países. Algunas de estas organizaciones era la primera vez que se reunían. La Asamblea se celebró en el Parlamento Suizo y Marcel Farine, que fue el moderador de este encuentro, se convertiría en el primer presidente de Emaús Internacional. Gracias a su experiencia profesional, Marcel Farine intentó dar a este movimiento una estructura más clara.
Un comité temporal tenía la misión de crear una secretaría internacional, a la que se encargaría que preparara los estatutos del movimiento internacional, que se votarían en la siguiente Asamblea Mundial (Montreal, 1971).
¿Qué es lo que más te marcó de esta Asamblea Mundial?
Yo era uno de los participantes más jóvenes de la Asamblea Mundial y recuerdo que me impresionó mucho conocer a personas que habían estado presas en campos de concentración bajo el régimen nazi alemán. No obstante, a pesar de ser alemán, me aceptaron como a un igual. Teníamos una lucha común: luchar por la justicia en nuestra sociedad.
¿Cómo hizo evolucionar Emaús esta Asamblea Mundial?
Gracias a esta Asamblea se aprobó el Manifiesto Universal, que sigue siendo uno de los textos fundadores del movimiento. Este texto se convirtió en la condición principal del trabajo de Emaús.
Se nos presentó un texto que había sido redactado a partir de las contribuciones de los grupos, que debatimos y sometimos a votación durante los últimos días de la Asamblea Mundial.
Había que conseguir que el texto resultara claro, tanto para nosotros como para el público del mundo entero, y a su vez, tenía que ser lo más abierto posible, de forma que cualquiera pudiera entenderlo, independientemente de su país, cultura o continente.
¿Qué recordarían las organizaciones Emaús de todo mundo de esta primera reunión?
Para quienes participamos, era evidente que la nueva estructuración del movimiento iba a ayudarnos a reforzar el compromiso de los grupos y a coordinar las iniciativas de solidaridad, sin dejar de apoyar a quienes más sufren.
La Asamblea nos ayudó a entender mejor cómo aliviar la miseria y cómo luchar contra las causas de la exclusión y de la extrema pobreza. Esta Asamblea nos reafirmó en la idea de que queríamos formar parte de un movimiento de solidaridad y acción internacional.
