Emmaus International

Paul Daroueche se sumó al movimiento Emaús a finales de 2016, primero como compañero en Montpellier (Francia) y, desde hace dos años, como miembro del grupo de Satu Mare (Rumanía). En el acto de conmemoración del cincuenta aniversario del Manifiesto Universal, pronunció un discurso acerca del sentido que tiene actualmente este texto fundacional en su vida como compañero.

«Este Manifiesto Universal encarna valores fundamentales, un ideal de vida: la posibilidad de ayudar, de dar, de “salir del propio caparazón” y de acercarse a quien más sufre. Como compañero, he tenido la oportunidad de curarme —si se me permite expresarlo así— gracias a estos valores de ayuda mutua, que me han permitido recuperar la dignidad y la humanidad que había perdido por los avatares de la vida.

El Manifiesto me inspira cada día: es un modelo de vida que aspiro a hacer realidad y que intento transmitir a mi entorno. Nos ayuda a recordar valores que en Europa y en el resto del mundo ya casi hemos olvidado: la acogida, la solidaridad, el compartir. Esos valores, que vuelven a situar al ser humano en el centro de todo, son y deben seguir siendo el motivo principal del movimiento Emaús y de cada uno de nosotros.

No podemos olvidar que este Manifiesto constituye el legado de la labor del Abbé Pierre. Fue él quien sentó las bases necesarias para declarar la “buena guerra” a la pobreza y la exclusión.

Hoy conmemoramos entre todos el cincuenta aniversario de este Manifiesto. Durante este tiempo, hemos recorrido ya un largo camino. Nos hemos unido para defender los derechos, la dignidad y la libertad de los hombres y de las mujeres. Todos nosotros nos hemos comprometido a luchar contra la desigualdad, a socorrer a los más débiles y a estar atentos a los males que afligen a nuestra sociedad.

El movimiento Emaús ha evolucionado, pero no ha perdido de vista las necesidades de la población. Cada comunidad ha logrado ayudar, dentro de su propio ámbito, a numerosas personas. Hoy en día contamos ya con 350 grupos Emaús en 37 países. Es una cifra enorme. Y cada día somos un poco más fuertes gracias a nuestra capacidad de unirnos en torno a una causa común.

Sin embargo, hoy en día la “buena guerra” aún no ha acabado. Los problemas que el Abbé Pierre detectó en su momento siguen presentes y las desigualdades continúan creciendo. El Manifiesto sigue estando plenamente vigente porque cada vez más hombres, mujeres y niños viven en condiciones lamentables. La pobreza, la precariedad y las formas modernas de esclavitud se siguen tolerando y pueden afectar a cualquier persona en un momento dado, independientemente de su sexo, su edad o su entorno social. La “buena guerra” aún no ha acabado.

En cualquier caso, esta lucha solo ha sido y es posible gracias al compromiso de los voluntarios y los empleados de nuestro movimiento. En este tiempo, lo que me ha emocionado profundamente ha sido ver a jóvenes que se atreven a comprometerse, a dedicar tiempo a nuestra causa y a poner su granito de arena en el proyecto que construyó el Abbé Pierre. Nuestros jóvenes son un tesoro y la red Emaús debe apoyarse en ellos para avanzar y velar por que no se pierdan los valores del Abbé Pierre, su experiencia y sus enseñanzas. En 1962, él mismo nos dijo: “Una civilización se mide por la calidad de los instrumentos de cólera que ofrece a sus jóvenes”. ¡Transmitámosles esa rabia que nos empuja a librar la buena guerra!

En definitiva, el movimiento Emaús es provocador del cambio. Provoquemos ese cambio confiando en nuestros jóvenes, en nuestras fuerzas vivas. Atrevámonos a hacerlo realidad dentro de nuestros órganos: hagamos que se escuche la voz de los sin voz. Para ello, necesitamos que los compañeros participen en cada adopción de decisiones, en cada encuentro del Consejo de Administración, en cada reunión. Si Emaús se ha creado ha sido por y para ellos. Permitamos que sean protagonistas y parte activa de sus propias vidas. Solo así podremos mantener vivo este Manifiesto, el legado que nos dejó el Abbé Pierre».

20190524 Paul Daroueche

Photo : ©Patrick Piro